lunes, 1 de septiembre de 2014

Jugar con fuego y quemarse



Invariablemente, cada vez que se pregunta por las profesiones de riesgo se repiten los mismos tópicos ( bomberos, policías...) Es el mito creado por ellos mismos y apoyados por los medios audiovisuales. Los mitos venden mucho.
¿Qué pasaría si en cualquier profesión se produjera un 10% de muertes por accidente de trabajo? Sería inadmisible. Al menos en el mundo occidental.
Hace tres días, la prestigiosa revista científica Science publicaba un trabajo  (http://news.sciencemag.org/health/2014/08/ebolas-heavy-toll-study-authors) sobre el origen del brote del virus de ébola que está alarmando -por fin- este año a todo el mundo.
El artículo está firmado por 58 personas ( si no he contado mal), la casi totalidad como coautores. Pues bien, antes de publicarse el artículo, cinco de ellos ya han fallecido a causa del objeto de su estudio. La relación de investigadores con una pequeña reseña de sus biografías está en http://news.sciencemag.org/health/2014/08/ebolas-heavy-toll-study-authors

Pero si investigar es arriesgado, tratar con los enfermos lo es mucho más. Docenas de personas de las plantillas de los hospitales se están infectando. Y la tasa de muertes es enorme. Me atrevo a decir que es, si no la profesión de más alto riesgo del mundo, sí una de las dos o tres más arriesgadas.

 Pero, claro, eso es en Sierra Leona, en el tercer o cuarto mundo. Aquí, mientras no nos afecte, no hay de qué preocuparse. Lo importante es que tal o cual jugador de fútbol se ha torcido un tobillo. Esto último sí que vende y no un aburrido estudio llevado a cabo por docenas de científicos para tratar de resolver un problema ( por ahora) ajeno.

De los científicos tenemos sus nombres, sus biografías y sus imágenes. Del personal sanitario tenemos un número: la cantidad de fallecidos.  La condena no es sólo a vivir entre la miseria sino a morir en el olvido.










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