La confianza es la base de la vida. Cada ser vivo confia en que se cumplan esas leyes no escritas en papel pero sí en sus genes y que le permiten tener un futuro. Es una relación implicativa y como tal, inevitable. Siempre en el único sentido en que transcurre el tiempo.
¿Qué nos genera confianza? Sin duda, la experiencia. Sin experiencia, el temor nos mantiene encerrados en el universo del miedo porque no tenemos nada que nos permita extrapolar hacia el futuro. Y sin futuro la vida carece de sentido.
Aunque no queramos, nuestro subconsciente integra las experiencias a modo de programa estadístico. Pero lo hace a nuestras espaldas. Un programa fraudulento para el conocedor de esta rama matemática. Un programa que, al contrario de los cánones, no elude sino que exagera los datos erráticos e introduce deliberadamente sesgos a su conveniencia. Eso es lo que nos hace diferentes. Lo que evita la homogeneidad insoportable y el pensamiento único.
Hoy ya el otoño es sólo uno.
Bienvenido otoño.